EL BLOG DE SAMUELA lo largo de su vida, Samuel nos escribió numerosas cartas para animarnos en nuestro caminar con Dios. Su vida ha sido un ejemplo de servicio a Cristo, viviendo para extender el evangelio por Latinoamérica.
El ya está con el Señor, pero sus palabras siguen escribiendo nuestros corazones. |
Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Queridos Amigos del Camino: Las guerras son terribles consecuencias de las pasiones y la codicia (Stgo.4:1,2). Hoy hay guerras y rumores de guerra en tantos países donde estos dos vicios carnales están creando una hoguera que puede encenderse con cualquier chispa intencional o accidental. Hay muchas tragedias que resultan de las guerras; también hay historias que brillan en la oscuridad como fuertes testimonios del amor de Dios que vence el odio, la pasión y la maldad. En el ataque de los japoneses a la flota marina americana en Pearl Harbor, Hawái el 7 de diciembre de 1941, el piloto japonés que dirigió el ataque era Mitsua Fuchida. El sobrevivió los años de guerra como héroe de su nación. Poco después del infame ataque, los americanos montaron en represalia un ataque sorpresa de bombarderos a ciudades militares e industriales. Todos los aviones fueron dirigidos por voluntarios que sabían que probablemente no regresarían vivos a su país. Uno de los tripulantes fue capturado por los japoneses que con odio y crueldad le torturaron por casi cuatro años. Se hizo una película de su experiencia llamada “Inquebrantable”, y yo diría que era un hombre escogido y protegido por Dios. No era cristiano cuando fue capturado pero consiguió una Biblia en inglés y la leyó muchas veces. Llegó a la conclusión que Jesucristo es el único Salvador del mundo y que puede cambiar vidas y países. Cuando salió de la prisión, mal herido y enfermo, regresó a EE.UU. y estudió para ser misionero. Volvió a Japón para predicar el Evangelio de Jesucristo a sus enemigos de antes. Hizo un panfleto de su historia y lo repartía en las estaciones de trenes. A cualquiera que quería platicar con él le evangelizaba. Su vida es un gran testimonio del poder del amor y el perdón por Cristo que había experimentado y que ofrecía a los japoneses. Un día Mitsua Fuchida salía del tren de Tokyio y recibió el folleto. Lo leyó, y por curiosidad y el deseo de entender cómo uno puede perdonar a sus enemigos, compró una Biblia. La leyó de principio hasta llegar a aquella historia de la crucifixión de Jesús. Cuando llegó al versículo que dice que Jesús clamó “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34), él creyó y escribió un libro llamado “Desde Pearl Harbor al Calvario”. Dice que en este versículo entendió por qué vino Jesús al mundo y por qué murió en la cruz, y aceptó el don del perdón y la vida eterna. Luego se dedicó a evangelizar a su nación y otras naciones por el resto de su vida. Dos de mis mentores lo conocieron. Bob Boardman usaba el tratado de Jake De Shazer mucho y me regaló muchos para distribuirlos en Okinawa. Jim Downing (ahora de 102 años) estuvo en el ataque de Pearl Harbor. Tuvo varias entrevistas con él cuando era oficial de la Marina de EE.UU. en el Pacífico. Cosas buenas suceden en circunstancias difíciles cuando Dios está guiando las vidas con Su propósito eterno para el bien de muchos. Estos ejemplos nos deberían animar a ver al mundo no cristiano como nuestra tarea, aún los enemigos que nos odian. Todos los incrédulos son candidatos para el Reino del Cielo. Un amigo los llama “los que aún no han creído”. Esto es lo único que nos interesa: tienen que oír y creer para ser nuestros hermanos en Cristo. Lee Romanos 10:13-17 para ver uno de los más lógicos y convincentes documentos para la necesidad de misiones a países no cristianos, y del evangelismo en nuestro propio país, ciudad y círculo de contactos. Dios usó este pasaje para convencer a mi mentor, Bob Boardman, a regresar como misionero a Okinawa donde él fue herido y casi murió, y luego a Tokyo por 30 años, ministrando el perdón a sus antiguos enemigos. Con un amor sobrenatural hacía discípulos japoneses que ahora dirigen la obra Navegante en Japón El me influyó más que cualquier otra persona a ser misionero entre los que no creen en Cristo todavía. Hay otra historia de los campos de prisioneros en Europa de los judíos y de cualquiera que no cooperara en la captura de ellos. Muchas familias cristianas daban a los judíos un lugar para esconderse de sus verdugos. Una familia de holandeses escondió a muchos judíos por años. Por fin fueron descubiertos y enviados a los campos de concentración para ser obreros en fábricas de bombas y otras armas de guerra, o ser ejecutados. Falleció el anciano padre pero las hermanas se quedaron juntas por unos años, hasta la muerte de la mayor. La menor se llamaba Corrie ten Boom. En los sufrimientos su fe en Cristo se fortaleció y pudo ayudar a muchas mujeres a creer en el Señor en ese tiempo de sufrimiento cruel y amenaza de muerte constante. Milagrosamente sobrevivió. Un poco antes de la liberación por las fuerzas aliadas, y estando Corrie en la lista de mujeres a ser ejecutadas en la cámara de gas, por un error de secretaria fue puesta en libertad y pudo regresar a su país. Después de la guerra se dedicó a dar su testimonio y llevar a otros a creer en Cristo. Una noche en una iglesia habló del perdón de Dios, y dio la invitación a los que querían recibir a Cristo y ser perdonados. Un hombre se acercó a Corrie. ¡Era uno de los soldados más crueles en su maltrato de las mujeres! Le pidió a Corrie perdonarlo. Fue un momento de terrible lucha en su propio corazón. Lo único que le dio el poder para hacerlo era el hecho de que Cristo le había perdonado a ella. Pudo perdonarlo, estrecharle la mano y orar con su ahora hermano por El por el poder perdonador de Cristo. Si hemos sido perdonados debemos y podemos perdonar. Si no hemos perdonado a otros no podemos pedir a Dios que nos perdone nuestras faltas. El Padre Nuestro afirma que ya hemos perdonado a otros cuando pedimos el perdón del Padre (Mt.6:12,14,15). Tal vez lo que nos falta es darnos cuenta de cuánto nos perdonó Dios cuando venimos a Cristo como pecadores. Marcos 11:25 es el pasaje más claro sobre este deber de perdonar para ser perdonado. “Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones.” Llegar a ser como Cristo implica primero que debo perdonar como Cristo. Es lo que abre la puerta de nuestro corazón para recibir Su amor en plenitud. Abrazos, Samuel
ORACIÓN:Señor: Ayúdame a perdonar a mis enemigos. Dame tu Gracia para verlos con tus ojos, amarlos con tu Amor y compadecerme de ellos al igual que Tú lo has hecho conmigo. Haz el milagro de cambiar mi corazón, moldéalo conforme al tuyo. Quiero ser libre del rencor y del dolor... Hoy decido perdonar y abandonar todo deseo de venganza. Dejo todo en tus preciosas Manos, sana mis heridas y lléname con Tu Gracia. En el Nombre de Jesús. ¡Amén! |